domingo, 11 de mayo de 2008

Secretos y presiones

¿Abortar o no? La pregunta con la que se topan todas las chicas que quedan embarazadas. Se encuentran perdidas por que no tienen a nadie y ni una sola persona les ayuda a responder una pregunta tan difícil. Su novio la dejó al enterarse de la situación, sus padres la rechazan por fácil y la misma sociedad, machista y católica la margina, la denominan ama de casa por que no puede crecer, no solo tiene un hijo sino que es mujer. ¿Lo tengo o no? Se pregunta pero no encuentra respuesta, analiza la situación y decide. Pero el aborto es mal visto, es ilegal, “no sos Dios para decidir quién vive y quién muere.” Pero, ¿Por qué nos basamos en preceptos antiguos que ya deberían de haber muerte hace mucho? Olvidemos a la Iglesia y veámoslo desde el punto de vista de esta chica. Tener un hijo en este momento la haría desistir de todo sueño de lograr algo en su vida, sus sueños se le escapan poco a poco y no sabe que hacer, la Iglesia lo prohíbe pero esta vez, como muchas otras, es justificado. A veces suena mejor no tenerlo que traerlo al mundo a sufrir.

La mujer perdona, el hombre no ¿Por qué?


“La mujer perdona las infidelidades, pero no las olvida. El hombre olvida las infidelidades, pero no las perdona.” Afirmaba Catalina, un gran escritor y periodista español. Los hombres no perdonamos, no perdonamos nunca la infidelidad, y sí, olvidamos, pero las nuestras no las de ellas. Pero ¿Por qué no perdonar? ¿Tenemos que ser tan machos acaso? ¿Por qué no usamos los argumentos que nosotros los hombres usamos para ser perdonados en ellas?
Perdóname amor, ¿que no ves que somos humanos y es de humanos errar? Estaba tomado, no era yo, no estaba consciente, ¿me puedes perdonar? Y ellas con su pasión y sentimentalismo nos perdonan muchas veces, nos dicen: “Está bien amor, te entiendo, olvídalo ya.” Y entonces con una sonrisa en la mente y con lágrimas en los ojos empezamos a pensar en el sexo de reconciliación que se viene. Parecemos animales ¿no? Deseamos andar saltando de cama en cama, de boca en boca, de falda en falda y la fidelidad se queda en casa. Florentino Ariza, personaje de García Márquez en “El amor en tiempos de cólera” nos regalo el mejor argumento posible, “Hay que ser infiel, pero nunca desleal.” Decimos ser fieles, se los prometemos pero mientras estamos en sus brazos sólo pensamos en la que sigue. ¡Vamos mujeres, que las estamos engañando! ¡Vamos mujeres que están criando cuervos y esos te comen los ojos luego!