domingo, 9 de marzo de 2008

A la fuerza ni el pan es bueno...

Aprovecho la celebración del día de la mujer, un día donde agradecemos a nuestras bellas mujeres por todas las cosas imposibles que logran hacer, para hablar sobre un problema que ellas sufren calladamente. Estaba en casa de mi abuela cuando llegó una señora a hablar con ella, yo sintiéndome un poco entrometido decidí escuchar.

Tras muchos años de matrimonio, una pareja estable con muchos hijos ya, se enfrenta a un obstáculo muy grande. La mujer, tras aguantar los enojos y la “cara de ejote” de su esposo, ha perdido el deseo sexual por su esposo. El hombre, como todo hombre, de vez en cuando siente ese “necesidad” de satisfacer su libido. Entonces, el hombre necesitado, que no merece ni se ha ganado tal premio como lo es el sexo, recurre a la única forma que conoce para resolverlo. Recurre a lo único donde logra vencer a la mujer, la fuerza. La mujer había sido violada por su esposo, esposo con el que llevaba varios años de casada ya.
Enoja ¿Verdad? Un hombre, retrocediendo en el proceso evolutivo se convierte en una bestia que no desea más que tener sexo y comer. Si es necesario utilizar la fuerza, humillar a la presa pues mejor. El machismo en su apogeo.

Yo soy un hombre, pero me considero muy diferente al animal que muchas veces representa al hombre promedio. Los supuestos hombres que reaccionan así me repulsan, no son más que cobardes. Pienso que la mujer tiene potestad total de decidir por sí misma que hacer y que no hacer con su cuerpo. Tiene la libertad para decidir dónde, cuándo y cómo hacer el amor con su pareja.

Ya no vivimos en tiempos en los cuales la mujer no era más que propiedad, ya no está obligada a tener relaciones sexuales cuando lo desee su marido. Ahora NO es NO.

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